domingo, 17 de enero de 2010

AFUERA Y ADENTRO

Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista.

Para nosotros esta “verdad” no puede tener una intención discriminatoria. Si pensamos que la vocacional esencial que tiene nuestro movimiento, la de de ser mayoritario, y que siempre buscó integrar en su seno al mayor número de sectores, se hace evidente que no puede separar de por sí a nadie.

Interpretamos que, si consideramos que el peronismo es la mejor herramienta que el pueblo – a través de los años y con el esfuerzo de sus militantes – ha construído para concretar sus objetivos superiores, toda acción política o social que realizamos dentro del movimiento, con la mayor cantidad de compañeros que, además de concretar esos objetivos conlleve el fortalecimiento del movimiento, nadie puede con el pretexto de estar disconforme con dirigentes o políticas alejarse y mucho menos conspirar contra el movimiento.



Por ejemplo, si existe un gobierno peronista, uno tiene el deber de ser oficialista. Y en el caso de que considere que ese gobierno tiene errores graves, según su criterio, tiene que tratar con el mayor ahínco posible, dentro del movimiento, modificar esos errores. Pero lo que nunca puede hacer es oponerse por afuera y mucho menos conspirar en compañía de sectores que buscan – según propias declaraciones – nuestra destrucción.

Ninguna explicación puede justificar las conductas de Solá y Duhalde, que los llevó a aliarse en distintos momentos con los sectores más nefastos de la sociedad como Macri, De Narvaez, la Sociedad Rural, etc.

No hay otro término como el de traición (quitándole toda la carga dramática que puede conllevar esa palabra) para calificar las conductas de Venegas y Barrionuevo, oficiando de claques en los actos de la Mesa de Enlace.

De igual manera podemos identificar la conducta de los supuestos peronistas que votaron en contra de la Resolución 125, porque en esa circunstancia no estaba sólo en juego la norma jurídica o el gobierno sino que se decidía un triunfo o una derrota del movimiento.

Esos dirigentes y otros de conductas parecidas estaban en las mejores condiciones para promover cambios en nuestro pensamiento.

Cuando en la Capital Federal, en las últimas elecciones, algunos compañeros promovieron “el voto útil” para apoyar al candidato Solanas en detrimento del señor Heller, en la ocasión candidato del peronismo, cometieron un grave error. Terminaron promoviendo a un señor que con una supuesta posición progresista y lenguaje de izquierda, llegado el momento de las definiciones concretas apareció apoyando los movimientos de los sectores más reaccionarios. Y aquellas situaciones que era imposible oponerse a medidas de nuestro gobierno, por lo acertado de las mismas, las boicoteó en aras de un imposibilismo absurdo. Este personaje llegó al paroxismo de decir que el ex presidente Kirchner era el más grande traidor a la patria. Sólo su egolatría y envidia enfermiza pueden explicar tamaño dislate.

Ahora, para otros, la solución o parte, es Sabatella o el acuerdo con algunos disidentes.

En el fondo, con todas estas propuestas de nombres por “arriba”, lo que se quiere evitar es un trabajo político real por “abajo” que permita elaborar posiciones esencialmente peronistas; y que el desarrollo de esa tarea determine los candidatos que las representen, pues es la única forma de garantizar cierto compromiso con las posiciones elaboradas.

No hay en este momento obstáculos graves, como persecuciones, cárceles o burocracias que manejaran las policías y la justicia, que hagan imposible cualquier trabajo político como peronistas, en estructuras del movimiento y como militantes sociales en organizaciones de masas, llevando nuestro pensamiento que, por supuesto, debe ser recreado cotidianamente.

Nuestro gobierno no ha podido hacer visible a las mayorías la definición política clara de un proyecto que sin duda ha favorecido a los intereses nacionales y populares, razón por la cual cada decisión creativa o transformadora que se toma le abre el espacio a la discusión, por parte de los sectores económicos e ideológicos más resistentes, de cuestiones de fondo que a esta altura deberían ser mayoritariamente conocidos.

Este hecho tiene, a nuestro entender, dos causas principales:

La acción de los medios que expresan los intereses de esos sectores a los que hacemos referencia, y no precisamente la de los sectores partidarios opositores. Ninguna estructura opositora, social, sindical o política está en condiciones de imponer un discurso propio si los medios no los dieran a conocer cuando les conviene. Pasarían desapercibidos, pues no tienen inserción en la gente que les permita llegar de una manera independiente. Sabedores de su impotencia, para ganarse la adhesión de los medios se suman de manera indigna a propuesta de las que tienen certeza no representan a los intereses que dicen defender.
Experiencias como las de Brasil, cuando un multimedio en un corto lapso impuso como candidato victorioso a un ignoto dirigente – Collor de Mehlo – en una elección contra Lula, que después resultó corrupto y dañino, nos parecía muy lejana a nosotros. Sin embargo hoy es una realidad que nos amenaza groseramente.

La otra causa es la falta de una política (y si la hay es equivocada) de la autoridad nacional del movimiento, el ex presidente Kirchner, en su conducción. Cuando en el 2003 el Dr. Kirchen fue nominado como nuestro candidato a presidente la referencia más importante que teníamos de él era que la legislatura de su provincia lo había habilitado para ser reelegido indefinidamente como gobernador. Ese dato nos resultaba bastante desalentador. Tampoco tuvimos oportunidad – al igual que la mayoría – de conocer su capacidad como gobernante por el corto tiempo que medió entre su nominación y la elección presidencial. Sin embargo los peronistas votamos su candidatura por encima de cualquier duda o interrogante porque su posición lo hacía representar los intereses históricos del movimiento frente a la postulación de Menem (quien los había traicionado flagrantemente). Posteriormente el Presidente Kirchner alentó una serie de alternativas como la Transversalidad, los K, etc., siendo lo primero que debía haber intentado era la reorganización, movilización e integración del movimiento, para la obtención de funcionarios de gobierno y el sostén principal de su política. También en su momento se señaló los peligros de conformar equipos ministeriales en donde se privilegiaba la amistad, la familia, por encima de la pertenencia al movimiento y a la militancia en su seno.

El Señor Alberto Fernandez, que siempre reivindicó el apoyo en campañas a favor de Cavallo, no podía haber sido nunca Jefe de Gabinete de un gobierno popular. Hoy aparecería construyendo un espacio político con Solá, De Narvaez, Massa. Montoya y sostenido por Magnetto en reciprocidad por su cajoneo de la Ley de Medios y la estatización del futbol televisado (Grondona dixit). La Sra. Ocaña, que en reportajes periodísticos estando en funciones decía que el peronismo era un lastre. Un lugar, el Ministerio de Salud, que históricamente ha sido ocupado por los mejores sanitaristas del país provenientes del peronismo.

Cuando las necesidades tácticas de gobierno requieren nombramientos de funcionarios no provenientes del movimiento, o no comprometidos con su proyecto, no se debe perder nunca de vista que, por más disciplinados que aparenten en ciertos momentos, mantienen diferencias estratégicas insalvables que aparecerán generando crisis innecesariamente. Como ya se ha verificado en el caso Redrado, Ocaña, A. Fernandez y otros.

Cuando el movimiento llega al poder, para conformar sus burocracias gobernantes, tiene que agotar las posibilidades que existen dentro de sus miembros y en caso de no encontrarlos recién recurrir a sectores externos: aliados, amigos, independientes, etc. y no al revés.

Si hubiera una discusión organizada en un movimiento movilizado los peronistas podrían aportar a partir del conocimiento de la realidad que tienen en sus lugares de militancia y de la recreación de nuestras bases doctrinarias propuestas muy importantes para la comunidad.

De existir ese espacio, nosotros propondríamos, por ejemplo, que la inseguridad no tiene como causa primaria la pobreza o la marginalidad. Aquello de “la violencia de arriba genera la violencia de abajo” puede expresarse también como que la injusticia y no cuestiones económicas es el origen de las conductas agresivas de ciertos sectores. Desde ese punto de vista, habría que destacar que los delitos de guante blanco, mucho menos visibles mediáticamente, son mucho más nocivos a los intereses de la comunidad aunque socialmente menos condenados.

Es mucho mayor la cantidad de muertes por accidentes viales que la producida por robos y asaltos, sin embargo aquellos, protagonizados principalmente por sectores sociales altamente sensibles al delito común, no son considerados en la misma magnitud. Con el agravante de que la disminución de los accidentes viales depende en mucha mayor medida de la conducta de quienes son victimas y victimarios, principalmente sectores sociales de buen nivel económico y educativo.

Los gobiernos democráticos como Perón y Alfonsín, anularon reducciones de la edad de imputabilidad de delitos. Si no se hace una discusión doctrinaria, medidas como las que propone tomar el gobernador de Buenos Aires, nos parece un grave error. En el caso de temas como ese es demagógico pretender soluciones supuestamente inmediatas a problemas que requieren largos procesos con expreso conocimiento y acuerdo de la comunidad.

Creemos que el movimiento no debería convalidar en silencio que el Sr. Venegas, secretario general de las 62 Organizaciones – estructura que siempre se la consideró como de las más importantes del movimiento – y del sindicato de peones y estibadores, sea el principal aliado de los patrones que han explotado históricamente a sus representados, y actualmente el más entusiasta sostén político del Dr. Duhalde. Por otro lado es un interrogante que deberían contestar los sindicalistas gordos y flacos, algunos entusiastas aliados de nuestro gobierno.

En un programa del canal estatal, ante el interrogante de un periodista al dirigente Hugo Moyano sobre la presencia de familiares suyos en los cargos más importantes del gremio y de organizaciones colaterales del mismo, éste respondió que lo importante es el resultado de la “gestión” y no quien la realiza. Entendemos que con este pensamiento y conscuente acción la creatividad y movilidad de los restantes integrantes del sindicato queda relegada o supeditada al retiro o renuncia de la familia Moyano. Se establece de esta forma una suerte de pseudo feudalismo familiar, hay que aclarar que a estas formas de conducción con reminiscencias medievales adhieren no sólo Moyano sino muchos otros dirigentes.

Ocurre que se hace difícil criticar este tipo de fenómenos cuando hay un sinnúmero de compañeros y organizaciones que han establecido como candidato único a las próximas elecciones presidenciales al ex presidente Kirchner. No tenemos nada contra esa postulación en el plano personal. No avalamos las críticas que se hacen desde la oposición a supuestas actitudes del ex presidente en el sentido de crispar o agredir a la sociedad, entre otras falsedades. Muy por el contrario, si para el movimiento es bueno un candidato de sus características a pesar de que pudiera no convenir electoralmente hay que proponerlo. Lo que cuestionamos es el método de la postulación. Creemos que hay tiempo suficiente para promover un debate político que posibilite nuevas estrategias y compañeros que compitan por todos los cargos.

No se puede llevar un proceso sin ningún tipo de crítica o análisis de lo ocurrido anteriormente, eso nos debilita y nos divide.

Una de las características del peronismo es ser JERARQUICO, es decir un líder o conductor toma decisiones o adopta políticas sin necesidad de estar explicándolas a cada momento. Las bases deben tener confianza en esas conductas y esperar un tiempo prudencial para criticarlas o rechazarlas.

Pero el líder o conductor tiene en algún momento que dar explicaciones o hacer un balance – tanto en la victoria como en la derrota – que nos permita discutir para reparar errores o profundizar virtudes.

El compañero Kirchner tiene que explicar las causas que a su criterio produjeron la derrota en las últimas elecciones, sobre todo en la provincia de Buenos Aires: la oposición de los medios o los millones de De Narvaez no alcanzan.

En sintonía con lo expuesto y en el marco del medio en el que nos hacemos presentes (Internet) sería productivo que algún compañero con capacidad de convocatoria promueva la discusión o elaboración de temas comunes vinculados a la problemática de nuestro movimiento, no en la búsqueda de un discurso unificado (sería imposible esta pretensión) si no como un aporte de compañeros peronistas.

No obstante no es ocioso aclarar que por más que se desarrollen y perfeccionen las formas de comunicaciones virtuales nunca van a reemplazar lo que genera la militancia política.

















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