sábado, 13 de febrero de 2010

PROGRESISMO Y PERONISMO

Celebramos que sectores políticos no peronistas brinden apoyo a este gobierno y sus medidas. De hecho – históricamente - el peronismo ha desarrollado siempre una estrategia frentista. Estuvo, desde sus orígenes, plenamente advertido de que la tarea política era y es, en primer lugar, liberar a nuestro país de los encadenamientos coloniales y neocoloniales, y sus mayordomos locales. Es valioso que sectores medios, particularmente ligados a grupos intelectuales, culturales y mediáticos, aporten positivamente al sostenimiento del programa de este gobierno. Lo celebramos porque de hecho, en el pasado – con honrosas y acotadas excepciones –, la mayor parte de estas expresiones fueron – y aún hoy existen casos flagrantes – hostiles al movimiento popular y sus gobiernos.

Pero al mismo tiempo venimos escuchando y leyendo un discurso - desde esos sectores y personas afines al gobierno - que reclama como necesario crear la base de sustentación política del proyecto. Reclamación que hace pie en la forma con la cual el gobierno toma decisiones fundamentales.



Dice al respecto Ricardo Forster en El Argentino del 10/02 ppdo.:

Allí encuentro un problema central a la hora de entrelazar esas medidas con la imprescindible construcción de una fuerza social capaz de sostener en el tiempo la orientación popular de esas mismas decisiones. Carencia de origen que no parece encontrar, al menos por ahora, alternativas efectivas”. (el resaltado es nuestro)

Hemos publicado muy recientemente nuestra opinión sobre esta cuestión. Sin embargo, lo que parece ser una coincidencia a trazos gruesos, encierra una diferencia fundamental.

En primer lugar, no existe tal “carencia de origen”, los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández son el resultado del apoyo del grueso del movimiento peronista. Es esa la fuerza social y política que ha dado sustento político y electoral al proyecto que ejecutan. Soslayar esta situación puede revelar un alto grado de ignorancia política o en peor caso una intención que conlleva peligros graves para la marcha del pueblo argentino hacia mejores escenarios de desarrollo, liberación y justicia.

Planteamos entonces que es falsa la necesidad de construcción de esa fuerza, pues la misma existe y ha perdurado en el tiempo, a pesar de las sucesivas experiencias a la que ha sido sometida.

Desde el golpe a la proscripción, la persecución, el aprovechamiento y el engaño el peronismo ha atravesado, no sin daños – algunos de ellos muy graves -, experiencias históricas en las que algunos sectores o individuos - por completo ajenos a sus contenidos político históricos y doctrinarios - se auto designaron vanguardia o planearon concentrar la conducción hegemónica del movimiento. Nada más alejado doctrinariamente. Los peronistas conocemos los resultados de dichas experiencias, y el pueblo argentino en su conjunto ha sufrido sus efectos. A la brevedad daremos nuestra opinión al respecto.

Creemos sí, que es imprescindible darle al movimiento peronista, existente y dispuesto como siempre - a diferencia de lo que reclama Forster -, a sus organizaciones sociales y políticas, la participación y espacio que les permita desarrollar integralmente todo el potencial político de la que son capaces. Esa es una deuda que mantiene la conducción política.

Dice Sandra Russo (Página12 06/02/2010):

“Ya escribí alguna vez que ese sentimiento de pertenencia que expresa el peronismo me es ajeno y que sólo puedo percibirlo, empatizar con él, rendirme ante su evidencia. Pero aunque no puedo afirmarme en esa identidad, porque no la reconozco en mí, tampoco puedo dejar de comprenderla en toda su contradictoria y magnífica dimensión movimientista".
Y en otro artículo (Pagina12 17/01/2010):

“El peronismo lo complica todo, ya lo sabemos. Pero estamos a años luz de que en este país se pueda producir un avance popular que lo excluya. Ya lo intentó la derecha, con la proscripción. El centroizquierda tiene que elaborarlo”
El peronismo más que complicarlo todo, todo lo tiene complicado, sí. En el peronismo hay jóvenes y viejos, rubios y morochos, obreros y desocupados, chorros y policías, católicos, judíos, maestros, alumnos, intelectuales, artistas, adictos y abstemios, (algunos de ellos se llaman Juan Domingo). Por eso es común que en cada lugar haya un peronista haciendo política en su contexto social. Y eso hace también que el peronismo haga posible hechos que no lo serían sin su existencia.

No queremos hacer de esto un caso personal. Hemos tomado las palabras de Sandra Russo a título de ejemplo, porque creemos que representan cabal y sinceramente - cosa que agradecemos por su honestidad intelectual - el pensamiento del “progresismo bueno”. Sin embargo es el que hoy se mueve entre una encendida defensa del gobierno y la creencia de que es necesario – y deseable como hecho superador – la exclusión del peronismo.

Y a no ser que entre el 17/01 y el 06/02 Sandra Russo, como una representante paradigmática de ese sector, haya iniciado un camino de reflexión para el que confiesa impedimentos de carácter psicológico, debemos considerar que nuestro proyecto y nuestro camino, como peronistas, debe contar primero y principalmente con nuestras propias fuerzas.

El sentido democrático está en el origen del peronismo, su prosecución de lo justo también. El camino no es llano ni sencillo. La democratización de sus organizaciones y estructuras debiera ser - es, será - el resultado de la acción política - hoy existen mejores condiciones que en el pasado –, no la influencia de saberes y conocimientos específicos o académicos o el de virtudes éticas.

Que la visibilidad mediática y el protagonismo que hoy tienen algunas personalidades del progresismo en defensa del gobierno no nos haga creer que con eso basta. Que no lo crea tampoco la conducción del movimiento ni el propio gobierno.

Desde el progresismo hay apoyos condicionales que, aún con objetivos propios, no son despreciables tácticamente, pero debemos estar plenamente advertidos de que no debemos contar con su compromiso permanente con el destino del pueblo peronista. De otro modo podemos quedar “a años luz” del camino que nos oriente hacia nuestras legítimas aspiraciones.











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