domingo, 18 de abril de 2010

ENTRE EL ESPANTO, LA CRISPACION Y LA ALEGRIA

ESPANTO

Es lícito que personas o grupos se reúnan para concretar objetivos particulares. Ahora, si para conseguir esos objetivos no les interesa violentar las normas básicas de la sociedad o de las estructuras que los contienen, y además causan perjuicios al resto de las personas que conforman las mismas, ese agrupamiento se convierte en una mafia.

Situación que se agrava si los miembros son políticos que evidentemente fueron elegidos para otros fines.

Lo anterior es lo que ha ocurrido con la mayor parte de la oposición política de nuestro país. Se ha unido a partir de acuerdos espurios, porque todos sabemos que no tienen nada en común. Por el contrario, han tenido, en el pasado como en el presente, enfrentamientos resultantes de intereses y posiciones - por ellos manifestado - irreconciliables.



Para intentar justificar esta supuesta unidad el mediocre humorista cordobés - devenido senador Luis Juez - dijo algo que otros legisladores repitieron: que “los unía el espanto”. No hay duda que hacía referencia al verso de un poema de J.L.Borges dedicado a nuestra ciudad de Buenos Aires: No nos une el amor sino el espanto.

Nosotros interpretamos que el uso del término espanto que hace el poeta, refiere a la acepción que tiene esa palabra de miedo, terror a lo misterioso, que como su imagen en el espejo, le produce a Borges la ciudad porteña.

En cambio consideramos que el significado que también tiene la palabra espanto, que correspondería para explicar este contubernio, es el de consternación, preocupación o alteración de ánimo, porque la situación por la que están atravesando sus integrantes, al ver que a pesar de sus intentos y a contar con el apoyo explícito de los capitales concentrados y los medios que expresan esos intereses, no han podido debilitar y mucho menos impedir las políticas que lleva adelante nuestro Gobierno.

Uno se desespera cuando se convence que algo que no desea se va a producir y no puede hacer nada para evitarlo. La oposición está desesperada porque avizora su derrota, no sólo en actos electorales, sino en la consideración de las mayorías populares.

Por eso creemos que el senador Juez tendría que agregar al “espanto”, la des-esperación, como causa de la transa que han hecho en las cámaras legislativas. Ya saben ellos, en la soledad íntima y veraz, al igual que la voz del poema que: “….y ante ese mármol he aguardado en vano aquí el incierto ayer y el hoy distinto…..aquí mi sombra en la no menos vana sombra final se perderá, ligera…”

CRISPACION:
En un reciente documento, la Iglesia Católica utilizaba esta palabra para describir la realidad nacional. Es llamativa esta utilización coincidente, porque en general los medios periodísticos y muchos políticos acusan al gobierno, en las personas de algunos funcionarios y dirigentes – sobre todo al ex presidente Kirchner . de “crispar” a la sociedad.
Se dice que el principal mentor del documento al que hacemos mención, como el que actualmente pretende elaborar el Episcopado conjuntamente con otras organizaciones, sobre la pobreza , es monseñor Casaretto.

Hubiera sido, lo creemos sinceramente, tremendamente útil, más que ahora, que el ahínco que tiene en este momento este clérigo en el trabajo político literario, lo hubiera tenido cuando recibió el testimonio de la joven compañera - casi niña - compañera Silvia Suppo, cuando estando detenida le relató las torturas, violaciones y prácticas abortivas a la que estaba siendo sometida en esos momentos por la represión.

Los miembros de la institución religiosa al que pertenece el monseñor, sus pastores y fieles tendrían claro cual es la conducta que debe tener un sacerdote en esas circunstancias. Creemos que el silencio nunca puede serlo. A cualquier persona esa negación de la condición humana que era esencial en la práctica represiva del proceso le duele, lo espanta, lo crispa.

ALEGRIA

A diferencia del Redentor, que después del Via Crucis y muerte le esperaba un lugar en el banquete divino, los miles de compañeros que perecieron después de atroces tormentos – no es exagerado el adjetivo – sin duda tendrían la esperanza de la redención en las ideas y las emociones populares.

Por eso en los actos por el 24 de marzo - como en otros momentos - nos surgió una gran alegría al ver que el sacrificio de nuestros muertos y desaparecidos no fue en vano y que el mismo tiene asegurada su trascendencia en el tiempo porque viejas y nuevas generaciones recogieron esa ofrenda y se comprometen a continuar esa lucha por una comunidad mejor.

Cuando los hombres, a partir de participar en las luchas, podemos formar parte de nuestro Pueblo comenzamos a creer que “somos eternos”. La memoria del Pueblo es lo único que puede asegurar ese tránsito.

ERNESTO CANCECO



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