viernes, 24 de abril de 2020

LA TERCERA POSICION PERONISTA COMO FILOSOFIA DE LIBERACIÓN



En principio he de aclarar que la nota que desarrollo a continuación, lo más sintéticamente posible, está hecha a título personal, aunque la cuestión está presente en el trabajo de muchos intelectuales del justicialismo que lo han desarrollado con mucho mayor saber y profundidad, y está abierta al debate de los compañeros peronistas.

El peronismo es, ha sido y será una construcción histórico-política. ¿Qué significa ésto? Que su patrimonio político surgió y/o se probó en la práctica histórica de su trayectoria. Está alejado de las teorías puras propias del iluminismo, racionales y abstractas que por su característica, es decir alejadas de la realidad y la carnalidad de hombres y sociedades, han perdido vigencia en el tiempo y más aún en países como el nuestro sujetos a prácticas neocolonialistas. Eso hace que su contenido esté alejado de los dualismos negativos como ser: teoría-práctica, alma-cuerpo, idea-realidad, etc.


Por eso su desarrollo, con avances y retrocesos, ha sido y es el resultado de la interacción entre concepción y acción. La acción sedimenta en saber, y el saber ordena y sistematiza la acción, sin que haya un necesario orden predeterminado entre ambos planos. Es también por eso mismo, necesaria y simultáneamente, un método de acción política tendiente a la condensación de poder popular orientado a la lucha nacional para la liberación.

Desde su mismo nacimiento, al contrario de sendas ideologías dominantes que abjuraban ambas del estado, convirtió al Estado Nacional en el sujeto histórico operando por sobre categorías de otras filosofías tales como la burguesía y el proletariado, para afirmar su proceso de liberación nacional. Con ese objetivo dota, al mismo tiempo al movimiento naciente de una doctrina que no es una pura concepción materialista o economicista, o de concepción militar. El núcleo estratégico de esa doctrina es la Tercera Posición, que está expresada en la Comunidad Organizada que a nuestro entender mantiene su vigencia. 

Pero darle nombre no equivale a desarrollar entendimiento sobre el sentido y  contenido para que se realice en la práctica en el contexto de la vida cotidiana. Porque el fin de nuestra filosofía no puede ser otro que impulsar una forma de vida.
Sin el trasfondo de esta filosofía el peronismo quedaría reducido a ser un espacio u herramienta político electoral cuyo máxima aspiración podría ser acceder al poder de la administración pública dentro de los cada vez más estrechos límites existentes. Por eso el accionar político debe tratar de ajustarse en cada oportunidad a los principios y métodos determinados por esa filosofía.  

Lo importante es que se trata de una filosofía de contenido histórico y práctico para dar soluciones propias a problemas propios, reivindicando la capacidad de desarrollar en la práctica ideas renovadoras y originales, surgidas a partir de nuestra cultura histórico- comunitaria, no reduciéndose sin más a la adopción de filosofías originadas en las culturas y países dominantes -aunque eso no signifique descartarlas-, cuyas experiencias históricas son muy diferentes a las nuestras.   

En ella hay una ubicación y valoración del hombre en la sociedad organizada ligado a lo comunitario, a la solidaridad, a lo afectivo que surge de prácticas y costumbres populares devenidas de las culturas originarias y subsistentes al proceso de mestizaje. Es decir que se fundamenta en términos más amplios y profundos que la mera consideración de la estructura u organización social y del Estado y se materializa en la organización popular libre.  

Se trata de una ética, con el objetivo de construir una moral, un marco de valores culturales que reasegure los objetivos estratégicos y permita la mayor efectividad de la conducción durante el tránsito. Elemento necesario para la ejecución práctica de la doctrina, sin la cual se convertiría en otra teoría pura y abstracta.

Por supuesto que esto reclama un esfuerzo colectivo e individual, dado que si bien sólo nos realizamos en una comunidad que se realiza, lo que de por sí debería producirnos algún tipo de satisfacción o felicidad, también es necesario que la vía de realización de la comunidad se dé a través de la actitud individual de los hombres. No es modificando las estructuras sociales y del Estado -sean cuales sean éstas- e insertando en ellas al hombre que no ha transitado ninguna transformación que se pueda construir una comunidad más orgánica y funcional. Asimismo es evidente que la pertenencia o ubicación de clase o sector en las sociedades no garantiza, de ninguna manera, la capacidad y disposición transformadora que se requiere.  

La valoración del trabajo, tanto como derecho como responsabilidad, su centralidad en la consideración del proyecto peronista, está en relación directa con la valoración del hombre desde un punto de vista integral, de ahí el reconocimiento a la dignidad, concepto que apunta más a la igualdad y la justicia y al bienestar o la felicidad, que a asegurar la mera provisión o posesión de determinados bienes.

Por otra parte es una concepción que si bien está vinculada a la responsabilidad social de las mujeres y hombres de una comunidad, no está exclusivamente relacionada ni con criterios de eficiencia económica o de mérito competitivo como tampoco del cumplimiento de metas estatales y/o planificadas al margen de los deseos y la participación popular a través de sus propias organizaciones autónomas y libres.

Desde este punto de vista el trabajo forma parte del todo de la vida - de la cual no pueden descontarse otros aspectos, como la familia, la diversión, el deporte, etc.- y las condiciones en que se desarrolle debería ser tal que no significara un elemento alienante, sino todo lo contrario, en la medida de lo posible. Es decir que el trabajo, la producción fuera ejecutada, tanto desde las condiciones en que se desarrolla como de la conciencia comunitaria, con satisfacción y alegría, más allá de su justa retribución.

El trabajo del empresario y su retribución, entra dentro de las mismas consideraciones, cuando éste realiza tareas vinculadas con la producción, ya sea trabajos físicos o intelectuales, de organización, administración, etc. No hay para el justicialismo otra clase de hombres que los que trabajan.

Por otra parte en la filosofía de la tercera posición la retribución al capital, de cualquier forma en que éste se presente, sería algo específico a analizar y tratar en el marco de la comunidad organizada. No considerando como retribución al capital aquello que se destina a reemplazar al capital que se utiliza o gasta en el proceso productivo, sea por deterioro u obsolescencia. 

Por otra parte el trabajo no debería separarse, segmentarse en la vida de la persona. Cuando nos referimos a los momentos de descanso como “tiempo libre” ¿qué estamos diciendo? que en los otros momentos, cuando trabajamos, no somos libres. Eso desde el punto de vista filosófico del peronismo no debería vivirse de ese modo. Esto requiere reconsiderar las formas en que se encara y desarrolla el trabajo y su sentido.            

Esa filosofía, o doctrina, por expresar la lucha de liberación, requiere de una unión nacional que nunca se alcanzó hasta el momento en la proporción y solidez necesaria para modificar irreversiblemente las condiciones de dependencia y sometimiento. Esto es, o puede ser, tanto resultado del accionar de nuestros enemigos, que se desarrolla y nos permea aculturándonos, imponiendo paradigmas ajenos a través de medios múltiples e insospechados (p.ej. la publicidad comercial, el cine, las modas, etc.) -más efectivos por invisibles- que a través de la prédica política ideológica tradicional, como así también de nuestras propias debilidades o errores.

Se ha argumentado que el sistema capitalista, único existente en la actualidad, ha conseguido el mayor grado de progreso y bienestar en la historia de la humanidad. Si bien esto puede ser cierto, aún con las reservas que sobre ese punto sin duda puedan hacerse, es harto evidente que su propia evolución lo ha llevado a un estado en el cual demuestra que ha alcanzado sus límites y no sólo es incapaz de mejorar esos parámetros, sino que las condiciones de vida sufren y sufrirán notables retrocesos en múltiples órdenes, en particular en países y pueblos sometido a prácticas neocoloniales. Pero esto no garantiza de ninguna manera su fin, en la medida de que no se vislumbran transformaciones en el sentido, las aspiraciones y la conducta de hombres y comunidades. A lo sumo seguirá siendo realidad la frase del filósofo italiano Franco Berardi, a quién no conozco, que dice “El capitalismo ha muerto pero estamos viviendo dentro de su cadaver”. 

Entendemos que la tercera posición, o como quiera llamársela, como filosolfía ofrece y propone el desarrollo de una alternativa superadora a ese sistema.
RICARDO GRECO

Autoría de ilustración: Daniel Santoro




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