miércoles, 15 de abril de 2020

LA PATRIA ES LA PREGUNTA DE RESPUESTAS NO FORMULADAS


Para quienes nos consideramos y sentimos parte, el peronismo llegó para dar -y dió- nacimiento a una Nueva Argentina. Una patria para todas y todos que tuvo como piedra fundacional la justicia social. Tanto es así que no puede soslayarse que la acción primordial comenzó con la gestión del entonces Coronel Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión Social. Claro que una de las banderas históricas del movimiento peronista era impensable e irrealizable sin la existencia de sus otras dos líneas de acción política, la Soberanía Política y la Independencia Económica.

Desde aquella etapa fundacional del peronismo a hoy se han producido muchas mutaciones.
El mundo “desarrollado o hegemónico” después de transitar una larga y cruenta confrontación bélica se sumía en una bipolaridad excluyente entre capitalismo y comunismo. Hoy el sistema capitalista, bajo sus distintos niveles y características, abarca prácticamente la totalidad del mundo y la única diferenciación que se podría hacer es entre matices de un mismo y único sistema.

En ese mundo la disputa hoy se manifiesta básicamente entre tres variantes de estrategias en desarrollo que pueden identificarse como: globalizador, unipolar y multipolar. Cabe señalar que la disputa entre ellos -aunque no sea explícita-, es por constituirse como proyecto dominante, así que aún ante el menos perjudicial de los tres matices -el multipolar- hay que mantener el alerta, dado que puede ser sólo una propuesta de coyuntura, geopolíticamente digerible y aceptable, hasta tanto el sujeto promotor de ese proyecto pueda conseguir su primacía hegemónica.

Volviendo sobre lo anterior podemos decir que el poder dominante ha mutado considerablemente. Esto significa reconocer que no se ha apoltronado en el statu quo y que el sistema hegemónico ha ido generando, en distintos planos y aspectos, un perfeccionamiento del sistema de dominio en forma sostenida durante las décadas transcurridas. Perfeccionamiento que se materializó en la creación de cuerpos legales, instituciones internacionales de diverso tipo - desde las ecónomicas a las militares, y tratados o convenios cuya adhesión -a pesar de ser en apariencia voluntarias en algunos casos- suele ser impuesto so pena del aislamiento que se impone y lastima la autodeterminación de pueblos y naciones.

Más allá de las bases político ideológicas históricas del peronismo, que no sólo no deben ser abandonadas sino en gran parte recuperadas y traídas a la memoria del presente desarrolándolas para este tiempo y perfeccionándolas   -al menos hasta tanto las mismas estén plenamente realizadas-, con lo que además cumpliríamos la consigna de Memoria, Verdad y Justicia, es que debemos hacernos muchas preguntas sobre el caso.

El peronismo desplegó conceptos ideológico filosóficos novedosos y rectores de la conducción política válidos para su aplicación y concreción en todos los planos vitales: los faros de la Comunidad Organizada y la Tercera Posición. Para comenzar podemos preguntarnos entonces si consideramos que la Tercera Posición es un concepto de contenido sólo geopolítico, únicamente expresado en la delimitación de un grupo de países llamados del Tercer Mundo, y que ha perimido desde el momento en que uno de los polos dominantes del mundo pasado ha desaparecido. Algunos no lo creemos así, creemos que ese concepto es profundamente filosófico-político y que se manifiesta en todos los órdenes, tanto en el campo de las relaciones internacionales como en las locales, en el orden de lo social, de lo legal, de lo económico. Y que la Comunidad Organizada es la matriz, procedente de lo anterior, para la conformación de sociedades armónicas, justas, democráticas y evolutivas. Es decir que mucho más que objetivos o destinos manifiestos el peronismo es un método, un camino mucho más que una meta.

Desde su nacimiento a la actualidad el peronismo, fruto de las circunstancias históricas, ha puesto de manifiesto su resiliencia y vitalidad, a veces a fuerza de resistencias o victorias políticas y sociales, otras a costa de frustraciones, sacrificios, fracasos y retrocesos. En rigor, casi siempre ha existido la concurrencia de ambas cosas. Y ya no sólo con los principios constitutivos que Perón, como ideólogo y conductor hubo desarrollado y transmitido, si no que desde el propio movimiento y a partir de la acción de muchos compañeros que en sus distintas esferas -filosóficas, políticas, sociales, territoriales, sindicales - aportaron o sintetizaron desde la experiencia empírica de las organizaciones populares, a la ampliación, actualización y desarrollo de las ideas fundacionales y su enriquecimiento.

Esa vitalidad viene a desvirtuar en los hechos una ortodoxia del peronismo que termine cristalizando como el anquilosamiento en un statu quo inamovible, tanto hacia adentro como hacia afuera. Así como las grandes potencias y sus representantes locales no se paralizan, el peronismo no debe tampoco estancarse. No en vano sostenemos en nuestro blog la idea de que el peronismo no se reduzca a la evocación del nombre de Perón, de Evita, de la marcha y los demás símbolos o tradiciones. A pesar de que por una cuestión generacional nuestra incidencia es muy reducida, aún al margen de nuestro aporte personal, tenemos, como movimiento, entre todos, las herramientas como para intentarlo. Las circunstancias y hechos históricos han demostrado que lejos ha quedado la supuesta matriz paternalista de sus orígenes, que algunos han magnificado y considerado como un pecado irredimible. En el transcurso de su historia, alejado de la política formal, proscripto, fuera del gobierno, y obligado por las circunstancias a luchar por su supervivencia, fue llevando adelante su participación en los ámbitos en los que se jugaban los intereses populares, superando aquellas características que pudo haber tenido en un origen desde el gobierno del Estado. Y del paternalismo y/o verticalismo que lo pudo haber caracterizado en su momento pasó a organizarse de múltiples formas que actuando cada cual en su campo ampliaron y democratizaron considerablemente su funcionamiento, a pesar que aún subsistan rémoras de lo anterior. Algo es indiscutible, el peronismo se fue haciendo y salvando a sí mismo.  

Y en este último aspecto volvemos a las ideas de Tercera Posición y Comunidad Organizada. El peronismo vino a encarnar para nuestro pueblo la posibilidad de creación de una nueva mirada para la solución de los problemas vitales, en contraposición a las ideologías y sistemas imperantes. Todo lo contrario a constituirse en sostenedor a ultranza de lo existente a partir de una falsa idea de realidad y orden. El peronismo no puede comulgar con la idea de lo no democrático ni con la existencia de lo injusto, que debe ser removido ahora y siempre que el tiempo lo requiera y lo permita. 

En esa marcha es imprescindible, como factor fundamental de la conducción actuar con realismo político (v.gr. real politik), reconociendo las necesidades materiales fundamentales de la persona y las respectivas inequidades, y tomando en cuenta las relaciones de poder existentes o, lo que es casi lo mismo, las posiciones políticas predominantes entre los argentinos de toda extracción política y social. Pero es, al mismo tiempo, imprescindible analizar y promover e impulsar, a través de la conducción y la práctica política una mirada desde los conceptos peronistas rectores para presentar nuevas soluciones y paradigmas para todos los problemas y cuestiones, tanto los más cotidianos y ordinarios como los de fondo.

No es apelando a conceptos o actitudes liberales o socialdemócratas, capitalistas o comunistas, aún en los casos en que pueda resultarnos circunstancialmente favorable, que iremos fortaleciendo el sendero histórico de nuestro movimiento en pos de su realización. Hacer eso, asumir una lógica antagónica con la nuestra, implica introducir por la ventana, con un oportunismo carente de estrategia, valores que no sólo no nos son propios y que, por el contrario, van dando al espíritu y conciencia de nuestro pueblo un sentido a menudo mayormente opuesto al que nuestras acciones deben apuntar.

Reconocer la realidad como un estado de las cosas no resulta equivalente a considerarla como algo inmutable, porque eso constituye una profecía autocumplida y castrante. Realidad sobre la que se debe y puede operar sin desconocer factores como la prédica en el tiempo, aunque no sea ese el tiempo en el que estamos generacionalmente vigorosos, nuestro tiempo. No es imperativo que todos coincidamos y/o acertemos siempre en lo correcto, sí es necesario que desde la posibilidad del espacio y tiempo en el que cada uno pueda moverse participemos del esfuerzo de aportar fraternalmente. Para eso a todos, repito, a todos los peronistas se nos concedieron las dotes y funciones de predicadores y mariscales. Basta entonces que los mejores elijan lo correcto y, más bien al revés, que las decisiones correctas determinen quienes por su trayectoria son nuestros mejores mujeres y hombres, quienes puedan conducirnos por un tramo de la historia.

El peronismo no ha sido vencido, pero es necesario reconocer que en la larga lucha sostenida, ha sido tergiversado y dañado en muchas ocasiones y aspectos. En primer lugar hay generaciones que, como propósito objetivo y premeditado de nuestros adversarios y/o enemigos, han sido despojadas de la memoria de nuestros antecedentes (aunque con éxito relativo). Hoy se habla y se proponen algunos actos de gobierno como si fueran novedades, cuando muchas de ellas fueron prácticas originales, y es necesario rescatar y preservar ese patrimonio político histórico. Es necesario recuperarnos, apelar a nuestras defensas, fortalecer nuestros anticuerpos. Pero eso no debe hacerse desde la simple e ineficaz tarea de recitar la letra muerta de un pasado, para muchos distante y desconocido, folclórico y nostálgico, si no a través del intercambio en la discusión de los problemas que nos aquejan en el presente, con el bagaje de nuestros propios recursos políticos, lo que es especialmente importante en el caso de las generaciones más jóvenes. 

El peronismo tiene que estar y actuar en el hoy con la mayor potencia posible. Para eso se requiere superar debilidades, deficiencias y limitaciones injustificables que conspiran contra la posibilidad de la participación libre del pueblo peronista, y es algo que nuestros dirigentes tienen que atender y solucionar como una de las prioridades políticas ineludibles. No se puede negar, en orden a un reconocimiento de la realidad, que las ecuaciones políticas y sus variables obligan, muy frecuentemente, a la negociación y la toma de compromisos para acceder al poder y que eso presenta obstáculos para abrir democráticamente la discusión, tanto al interior del peronismo como en general, pero no es menos cierto que esos compromisos son menos necesarios, y más fácilmente eludibles, cuando se cuenta con la participación y organización activa del pueblo.   

Una de las características más importantes que se reconocen del peronismo, por lo menos a través de la mirada de quien escribe, es que no es exclusivamente el fruto teórico de algún o algunos intelectuales, nacido del árbol sin raíces de lo ideal, gestado en la torre de marfil del pensamiento, que ofrecen para tomar como producto final un sistema completo y concluído, tan común a las ideas del iluminismo, importadas desde las usinas colonizadoras. Si no que ha sido, es, y debería seguir siendo, el resultado de un modo y método de realizar la acción política en la interacción de las ideas rectoras de nuestra propia doctrina con la realidad efectiva del mestizaje y el grado organizativo de nuestra pueblo. Lo que se ha alcanzado en mayor o menor grado en distintos tiempos y espacios. 

Es decir que teoría y práctica política se han ido trenzando e influenciando mutuamente en un camino constante. Tanto es así que, desde su interior, el movimiento ha parido también estudiosos e intelectuales de gran nivel que han aportado al enriquecimiento filosófico político. 
     

Entonces, debemos meditar en qué vamos a proponer, a través de qué medios y de qué formas darle valor político concreto a esas propuestas. Esto nos exige interrogarnos, sin parálizarnos, ante cada etapa histórica. 

¿Qué idea de bienestar desarrollamos para habitar en la conciencia de nuestro pueblo? ¿Cuál la concepción de felicidad que debe vivir en el espíritu de nuestra comunidad? Conceptos del que poco y nada se habla en el presente.
¿De qué fuentes vamos a abrevar para elaborar respuestas?, ¿De la de los dueños del mundo, a pesar de la visión brutal y trágica que tenemos de él?
¿Será el espíritu de libertad reinante aquel que se concreta sólo en la del sujeto individuo “racional” aislado del contexto comunitario?¿Acaso como peronistas podemos asumir como propios esos objetivos que nos ofrece el capitalismo como forma o estilo de vida?, sobre todo hoy, cuando estamos presenciando los límites infranqueables a los que ha llegado ese sistema. Sistema que se montó históricamente sobre una revolución política democrática para imponer un sistema económico elitista y oligárquico.   
¿O acaso, al contrario, beberemos de nuestras propias fuentes para ejercer nuestra independencia y soberanía intelectual y material? ¿Es legítima la esperanza de modificaciones sociales, de estructuras, valores, espectativas, etc. si no están sostenidas y encarnadas en nuestra propia convicción, aspiración y conducta?

Cada respuesta que construyamos, como pueblo, como nación, nos dará una oportunidad y la obligación de una nueva pregunta. Siempre habitando en el caldo primigenio de los movimientos transformadores. 

Un día muy feliz.
La niebla se levantó pronto, trabajé en el jardín.
Los colibrís se demoraban sobre las madreselvas
No había cosa en la tierra que yo deseara poseer.
Sabía que no merecía la pena que envidiase a nadie.
Cualquier mal que hubiera sufrido, lo olvidé.
Pensar que una vez fui el mismo hombre no me molestaba
En el cuerpo no sentía dolor
Cuando me estiré, ví el mar azul y velas.

Czezlaw Milosz







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4 comentarios:

Voces dijo...

Compañero:
He leído 2 veces su post con suma atención.
Yo lo percibo como muy teórico y atemporal (prescindiendo de las circunstancias que se están viviendo en la República Argentina).
Desde lo teórico haría algunas pequeñas objeciones, pero creo que en la realidad actual, no tiene mayor sentido ese intercambio.
Personalmente, me parece importante profundizar en temas mas específicos, dadas las circunstancias actuales.

Quizás me equivoco, pero me parece que los tiempos del Gobierno para la toma de algunas medidas son demasiado laxos, alejados de la ejecutividad peronista y muy apegados a las formalidades de la corrección política.
Esto me parece muy importante porque percibo que la situación de las mayorías mas humildes, es muy fluída, los desbordes pueden estar a la vuelta de la esquina.

Seguramente lo anterior es producto de las alianzas políticas que hubo que realizar y los funcionarios son los que hay, pero me parece demasiado lo que está en juego.

Ojalá me equivoque y los, las, que conducen sean mejores tiempistas que yo.

Abrazo de Nelson.

Mordisquito dijo...

Hola Nelson. Gracias por tu comentario. Estás en lo cierto, aunque más que teórico yo lo ubicaría en el terreno de lo estratégico, y es atemporal (o de largo plazo) en tanto y en cuanto los objetivos estratégicos no sean alcanzados.

Apunto esa nota a que advierto, a veces con bastante preocupación, dos cuestiones que considero peligrosas.

1) La subordinación de la acción del movimiento a lo que puede llamarse "corrección política", que consiste en no alterar el humor, o los intereses, de quienes siempre han sido refractarios y/o enemigos de las políticas que deberían desarrollarse. Al punto de que bastante frecuentemente se adoptan sin querer, o queriendo, alternativas que no nos son propias.

2) El desplazamiento o despreocupación sobre lo estratégico en el marco de las acciones o soluciones de coyuntura. Entiendo que en lo táctico o coyuntural no sólo deben tomarse siempre en cuenta las cuestiones estratégicas, si no que no deben ser opuestas si no concurrentes.

Esto no significa llevar adelante acciones provocativas o para las cuales no hay condiciones políticas que permitan asegurarlas.

Lo que sí significa es que el curso de las acciones tácticas o de coyunturas siempre deben aparecer y deben ser referidas, explícita o tácitamente, en el discurso con las cuestiones estratégicas del Movimiento.

Quien ejerce la conducción siempre debe cumplir una tarea didáctica, docente podría decirse, para permitir la asociación e incorporación que el pueblo vaya haciendo y elaborando a través de los hechos, es una forma de fortalecer el poder del pueblo. Recordemos que Pueblo es la masa organizada. Y que la doctrina o ideología es organización.

Ricardo

Voces dijo...

Ricardo:
Desde hace mucho tiempo el Estado nacional ha sido un espacio de colonización, por parte del poder económico y financiero para tratar de maximizar la extracción de recursos de la sociedad argentina.
Similarmente, el movimiento peronista ha sido un espacio de colonización por parte de aquellos que quieren llegar a la Presidencia y no para llevar adelante políticas peronistas. Hasta Macri y el Pro se ilusionaron en algún momento con ello.
Esto me lleva a pensar que quizás haya llegado el momento, de dar un salto cualitativo en la organicidad del movimiento, teniendo en cuenta:

“El peronismo tiene que estar y actuar en el hoy con la mayor potencia posible. Para eso se requiere superar debilidades, deficiencias y limitaciones injustificables que conspiran contra la posibilidad de la participación libre del pueblo peronista, y es algo que nuestros dirigentes tienen que atender y solucionar como una de las prioridades políticas ineludibles. No se puede negar, en orden a un reconocimiento de la realidad, que las ecuaciones políticas y sus variables obligan, muy frecuentemente, a la negociación y la toma de compromisos para acceder al poder y que eso presenta obstáculos para abrir democráticamente la discusión, tanto al interior del peronismo como en general, pero no es menos cierto que esos compromisos son menos necesarios, y más fácilmente eludibles, cuando se cuenta con la participación y organización activa del pueblo.”

y que quizá ya no alcance con la conducción de un/una líder, como creo que quedó claro en los últimos años, en que Cristina contaba con el apoyo de las mayorías populares, pero no tanto así con los gobernadores, intendentes y lineas intermedias. No viví la época de Perón, pero creo que debe haber sido bastante parecida en su segundo mandato.
Teniendo en cuenta que la posibilidad de concretar políticas transformadoras de la sociedad, es con el pueblo movilizado, es que creo que el Movimiento debe avanzar en políticas democráticas en su seno, que quizás posibiliten nuevas formas de organización. Eso sería un plus, ya que no existen partidos que elijan democráticamente a sus dirigentes y a sus candidatos.
Nelson

Mordisquito dijo...

Hola Nelson:
De acuerdo con lo que decís, justamente porque hubo prácticas que podemos definir como de colonización -o de entrismo, como quiera llamárselas- al interior del peronismo, y de colonización de los estamentos del Estado, tanto en cuanto a su estructura, reformas, etc., como a su funcionariato, es que creo que se requiere un esfuerzo para recuperar la vigencia de ciertas líneas rectoras que hacen a la liberación nacional.
Es claro que no basta con la conducción de un líder si este no cuenta con el pueblo en un nivel de organización superior. La Nación en armas es un concepto militar que Perón buscaba llevar a cabo, pero no en la esfera militar, bélica, sino en la organización política. Hay que mejorar cualitativamente, quizás más que cuantitativamente.
Desde la muerte de Perón la dirigencia no ha hecho mucho, por decir casi nada, en lo que hace a ofrecer algunas opciones que faciliten la actividad política popular. En los 70 se podía entre varios afrontar el alquiler de un local para hacer actividades políticas, (eso tuvo algún aspecto que ahora puedo ver como negativo que fue la separación y el sectarismo), pero ahora es prácticamente imposible una salida así. ¿Cuánto sale alquilar un local? Entonces se necesita un mecenas que no va a hacer eso sin crear algún condicionamiento. Entonces el Partido debería abrir a su costo (entiendo que para eso reciben, entre otras cosas, los fondos del Estado, no sólo para pagar propaganda en campañas electorales), uno, dos locales por barrio, zona, para que allí confluyeran militantes, simpatizantes, público en general para llevar adelante tareas, y que surjan de esas experiencias representantes y dirigentes. Porque la democratización que vos planteas no puede alcanzarse si no hay una etapa previa de acción política. Suponiendo que hoy se diera una elección ¿a quien va a votar el militante, el afiliado, el simpatizante?, a los que ya están, porque no hay posibilidad de nuevos surgimientos.