martes, 19 de agosto de 2008

HITLER, MUSSOLINI, KIRCHNER: LO QUE DUHALDE NO TIENE

A menos que surja una explicación, que demuestre su veracidad, consideramos que la expresión “vox populi, vox dei” no es correcta. La verdad no es fruto de pragmatismos ni resultado de procesos democráticos y puede, en determinados momentos, no ser popular. De ahí que existan, o existieran en el pasado, liderazgos con grandes apoyos populares cuyos fundamentos, métodos y propuestas fueron totalmente equivocadas. Pero lo que sí se pude asegurar es que, quién ejerza un liderazgo, debe reunir las condiciones (tener el arte) para generar esperanzas y promover expectativas, con un discurso y una acción que fundamentalmente proponga métodos, soluciones, conductas y logros diferentes o superadores a los que tienen asumidos, en cada momento histórico, las sociedades.


Teniendo en cuenta lo anterior, tanto el austriaco como el italiano fueron, sin ninguna duda líderes, ambos, con nefastas conductas. Hasta ahora, a nuestro entender, no está demostrado que el ex presidente Kirchner sea o vaya a ser un líder o un dirigente de mayor o menor envergadura. Lo que sí muestra el Sr. Duhalde, con su conducta, es que nunca va a ser un líder y habrá que ver si pasa a la historia como un buen dirigente. Al dirigente bonaerense, en sus distintas gestiones, no le interesó modificar la realidad política a partir de la defensa de los intereses populares. Siempre se planteó el logro de la “unidad nacional”, pero entendiendo a la misma como un acuerdo para que los distintos sectores sigan desarrollando sus actividades, evitando roces o enfrentamientos. Sin exigencias para que aquellos que objetivamente perjudican el interés nacional modifiquen sus conductas. Un acuerdo de esa naturaleza es un acuerdo mafioso. La verdadera unidad nacional exige que cada uno tenga como objetivo superior el bien común, razón de ser de la existencia de lo nacional, por el cual se deben hacer los cambios o adecuaciones que correspondan en pos de ese objetivo.

La estrategia del “Frente Político” que manifiesta es vacía de contenido, porque un frente verdadero no significa juntar siglas sino establecer premisas fundamentales, con una metodología clara de realización, a las cuales se puedan sumar otros sectores con sus aportes para perfeccionar las mismas, pero nunca para que puedan desvirtuarlas y mucho menos oponerse internamente. El General Perón, varias veces hizo esa propuesta, pero siempre estaban claros e inamovibles los objetivos.

En nuestra nota “El Movimiento Peronista debe ser el fundamento de todo Gobierno Peronista” decíamos: Los diccionarios políticos, en general, definen al término “política” como el orden – y la generación del mismo – dentro del cual se desarrollan los intereses antagónicos – o no – de los distintos sectores que conforman una sociedad.

Partiendo de lo anterior es fundamental determinar los objetivos y la dirección de ese orden, porque toda situación política o social es dinámica y tiende a canalizar los intereses sectoriales de alguna determinada forma.

Los objetivos a conseguir no pueden ser otros que la solidaridad y la justicia.

Duhalde niega a la política, y por lo tanto al Peronismo, la posibilidad de modificar la sociedad. Nunca va a lograr esperanzar o entusiasmar a los ciudadanos porque ellos saben que con una gestión suya nada va cambiar, a lo sumo se conseguirán algunas bonanzas pasajeras.

Lo anterior queda patente cuando se busca establecer acuerdos con los sectores hegemonizados por los dirigentes destituyentes y panegiristas de la muerte de la Sociedad Rural. También en la triste recorrida de su esposa por los medios, repitiendo los mismos argumentos de los agraristas.

En los armados de las listas electorales, cuando era gobernador, colocaba a representantes de sectores que no tenían nada que ver con la política y mucho menos con el Peronismo, en la búsqueda de una supuesta unidad que posteriormente nunca se concretaba, porque los representantes seguían defendiendo sus intereses particulares sin mostrar ninguna voluntad de alcanzar acuerdos superiores. No olvidemos sus apoyos a Patti, Rico y lo último, absolutamente injustificable, la colocación en el segundo o tercer puesto de una lista Peronista de la provincia de Buenos Aires del señor De Narváez, dirigente del más retrógado e irresponsable liberalismo.

Duhalde ha sido el primer dirigente de importancia del peronismo que ha renunciado, para identificarse políticamente, a las términos peronismo o justicialismo. Su nuevo movimiento se llama Movimiento Productivo Argentino. Seguramente, al igual que Verbiski, Morales Solá y otros intelectuales que consideran que el Peronismo es obsoleto, piense en la necesidad de hacerlo desaparecer de la vida política argentina.

Es bueno, aunque no novedoso, el recurso de quitarle sonido a los discursos del Dr. Kirchner para hacer una crítica por el gestualismo, eliminando precisa y premeditadamente del análisis cualquier contenido político. Ahora bien, si entramos en este de juego de imágenes y sonidos, nos parece que las apariciones públicas del Dr. Duhalde no cambiarían demasiado con o sin sonido, su contenido es sólo ese gesto inexpresivo y esa semisonrisa permanente, propias de los cínicos o los perversos.

ERNESTO CANCECO






4 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno su artículo, Ernesto.

Anónimo dijo...

gran blog! Juan Pablo Peralta
www.portaldelperiodista.blogspot.com

El 4161 dijo...

Muchas gracias a Pepe y Juan Pablo por su generosidad.

Anónimo dijo...

Buenos Aires, abril-junio de 1972
Trácense las líneas generales como una narración de Borges.
El dictador es derrocado y más de la mitad del pueblo se alegra d,e ello. El dictador había llenado las cárceles y vaciado la tesorería. Al igual que muchos dictadores, no había empezado mal. Quería engrandecer su país. Pero él no era un gran hombre; y quizás no era posible engrandecer el país. Transcurren diecisiete años. El país sigue sin grandes hombres; la tesorería sigue vacía; y el pueblo se encuentra al borde de la desesperación. Empieza a recordar que el dictador tenía una visión de la grandeza del país y que era un hombre fuerte; empieza a recordar que había dado mucho a los pobres. El dictador está en el exilio. Comienza la agitación popular para que vuelva. Ahora el dictador es muy viejo. Pero el pueblo recuerda también a la esposa del dictador. Ella amaba a los pobres y odiaba a los ricos, y era joven y hermosa. Y ha seguido siéndolo, porque murió joven, en plena dictadura. Y, milagrosamente, su cuerpo no se ha descompuesto. ~
“Esa",. dijo Borges, «es una historia que yo nunca podría escribir».