domingo, 23 de noviembre de 2008

EL VANDORISMO Una mirada - PARTE II

En nuestra nota anterior sobre este tema destacábamos tres aspectos que, para nosotros, son fundamentales: La sobrevaloración que hicimos los militantes de la acción sindical y por ende del vandorismo; intentamos definir la burocracia y el burocratismo y por último la estrategia del vandorismo, una forma de gorilismo que buscaba subordinar al Movimiento a sus intereses, y las formas políticas y sindicales en que se expresaba esa estrategia.

En la presente nos pareció conveniente hablar sobre las características de este fenómeno político sindical que ha continuado y se ha fortalecido en el funcionamiento de la mayoría de las Organizaciones Sindicales actuales.



Al principio de la Resistencia Peronista – tras la caída de Perón en el 55 – el elemento organizativo fundamental que se dio el Movimiento fueron las Agrupaciones, que se crearon - de manera formal o informal – en los distintos frentes sociales y políticos, para la conducción política de los peronistas.

En el plano sindical las agrupaciones tenían que buscar la conducción y movilización de los trabajadores peronistas en función de las estrategias que se daba el Peronismo, que en ese momento se sintetizaba en el retorno de Perón. Pero cuando esas agrupaciones conseguían las conducciones de los Sindicatos eran relegadas a simples estructuras electorales internas. Las movilizaciones y discusiones políticas que permitieron esos logros fueron reemplazadas por paternalismos personales o de grupos que eran los únicos que podían hacer política.

Esta claro que una organización de masas, como es un sindicato, no puede ser un organismo partidario – sería una violencia injustificada sobre aquellos miembros que no pertenecen a tal o cual Partido –, son las Agrupaciones políticas las que tienen que proponer, y convencer, con una determinada línea y, en caso de ser los mejores, reclamar la conducción.

Pero en las Organizaciones Peronistas, que eran reales pero no legales –tenían la representatividad y autoridad que le daban los trabajadores y no una norma o estructura jurídica – estaba establecido que el Secretario de la Agrupación no podía ser una autoridad del Sindicato. Uno era el representante del Movimiento, que era lo permanente, el otro lo era en una estructura del sistema cuya existencia dependía del mismo y por lo tanto podía funcionar o no.

Cuando el Peronismo accedió a la conducción de los sindicatos, los nuevos dirigentes, con Vandor a la cabeza, hicieron desaparecer esa norma. El secretario del gremio pasó a ocupar los dos cargos, con todo lo que eso significó. Quedaron muy pocos casos en los cuáles se respetó realmente esa diferencia.

De ahí en más fueron desligándose del Movimiento, creando su propia estructura. Su pertenencia al Movimiento sólo se manifestaba en épocas de elecciones sindicales con argumentos como estos:: “los Sindicatos son de Perón “ o “ hay que evitar que los zurdos nos saquen los sindicatos “ y cosas parecidas.

El peronismo siempre propuso, como principio organizativo sindical, el sindicato por unidad productiva (rama) a diferencia del sindicato por actividad. Es decir que todos los trabajadores que trabajan en un mismo lugar estén agrupados en una misma organización independientemente de la actividad que realicen en él. Está claro que esta forma asegura una mayor unidad para la defensa de sus intereses en el plano profesional y político.

Cuando el dirigente metalúrgico Otero llegó al Ministerio de Trabajo, en el 73, en función de intereses burocráticos, dividió a su gremio, mandando a sectores administrativos al Sindicato de Empleados de Comercio, a los vendedores de las empresas del sector a Viajantes de Comercio y así con otros compañeros, con el único objetivo de liquidar la oposición existente en esos sectores.

Cuando el secretario del Gremio de Camioneros, Hugo Moyano, reclama y consigue - con el apoyo del Ministerio se Trabajo -, personal de otros gremios, dividiendo profesionalmente unidades productivas, comete el mismo el error. Con el agravante de que este dirigente permanentemente se proclama representante de la ortodoxia peronista.

Muchos compañeros manifiestan su satisfacción con algunas conductas de este dirigente, por ejemplo cuando consiguió la representación de los chóferes de los supermercados, hasta ese momento representado por el gremio de Comercio. Consideraron que de esa forma se debilitaba al señor Cavalieri. Nosotros entendemos que lo correcto es ganarle la conducción a ese nefasto dirigente y no desmembrar un sindicato.

En cambio, cuando el Sindicato de Camioneros consiguió la representación de los trabajadores que recogen la basura, nos pareció correcto, porque en ese caso, junto con los chóferes que conducen los camiones, conforman una unidad. Si manejamos el criterio que ahora tiene Moyano esos trabajadores tendrían que estar representados por otros Gremios profesionalmente más afines.

Pero tal vez, en dónde en mayor medida se manifiesta todo lo que venimos manifestando, es en el manejo que hace la dirigencia sindical en las Obras Sociales.

No creemos que haya dudas en el sentido de que, para el peronismo, el Estado conforma – en el plano político – la herramienta fundamental para crear, conducir y desarrollar todo proceso que permita a la sociedad concretar sus aspiraciones de lograr una vida digna y feliz. Por lo tanto, el fortalecimiento de esa herramienta es esencial para todo accionar que se precie de peronista. Máxime si se trata de la salud de la mayoría de la población, como es el pueblo trabajador.

Desde el primer momento en que los sindicatos pasaron a manejar los aportes de sus afiliados, comenzaron a descapitalizar el sistema de salud de la Nación. En ningún momento trataron de acordar formas para que sus inscriptos se atendieran en centros públicos o promover con ellos políticas de prevención, ni siquiera en lo relativo a las enfermedades profesionales. Muy por el contrario fueron y son quienes activaron y sostienen la medicina privada.

Sin embargo, cuando un trabajador queda desempleado y requiere atención medica tiene que recurrir al hospital público- a pesar de los importantes aportes que pueda haber realizado a su obra social -.

Cada sindicato trata de desarrollar su sistema de atención, nunca de de prevención, - porque es imposible y además no interesa, eso lo hace el Estado –, sin tener en cuenta lo racional o eficiente que pueda resultar.

La UOM llegó a tener en los años sesenta más 300.000 afiliados, en la época de Menen quedó con aproximadamente 70.000. Todos los que perdieron sus puestos debieron ser atendidos por el Estado, en el sistema de salud pública.. Pero los dirigentes no sufrieron ningún perjuicio económico, porque por decisión del Presidente Menem se les otorgaba un subsidio importante que les permitía mantener una serie de privilegios.

A pesar de esa experiencia, y de otras, no han modificado sus políticas que conllevan – como señalábamos – a seguir descapitalizando el sistema nacional de salud. Sin entrar a considerar si son ciertas o no las acusaciones sobre las prácticas corruptas en los contratos con la medicina privada, queda claro que los dirigentes sindicales han reemplazado “la grandeza de la Patria” por la grandeza del sindicato.

Lo mismo pasó cuando el menemismo creó las AFJP, en vez de oponerse a este nefasto sistema, que terminó por beneficiar a los intereses financieros concentrados y perjudicar a los trabajadores, y ser una de las causas principales – al igual que las Obras Sociales – del desfinanciamiento del Estado, como bien ha denunciado nuestra Presidenta. Muy por el contrario la mayoría de los sindicatos participaron del negocio, ya sea creando estructuras propias como el Sindicato de Luz y Fuerza con la AFJP Futura o participando con el capital privado en otras, o en su momento promover la incorporación de sus afiliados a determinadas AFJP con las cuales se habían establecido acuerdos.

En los Organismos internacionales que se ocupan de los problemas laborales, priman pensamientos liberales que nada tienen que ver con la experiencia argentina. Por eso la adecuación a las normas emanada de los mismos – aparente fundamento de la acordada de la Corte suprema sobre el tema – nos parece muy negativo. Mucho más si la analizamos desde la perspectiva del peronismo. Si se considera que un sindicato tiene una conducción que no responde a los intereses de los trabajadores, lo que hay que hacer es llevar adelante una lucha política y reemplazar a la misma, y no recurrir al arbitrio de crear un sindicato paralelo.

Creemos que en este momento existen posibilidades de hacer frente a los aparatos sindicales; a diferencia de otros momentos no se puede decir que hay una estructura legal y represiva que impide la participación en las luchas sindicales – si alguien cree que lo hay debería demostrarlo en la acción y no sólo decirlo –.

La sindicalización de los trabajadores es muy baja, no alcanza al 20% de los mismos, sin embargo en la gran mayoría de los casos la burocracia, a diferencia de antes, recibe sus aportes por los trabajadores bajo convenio, independientemente que estén afiliados o no. Una tarea importante sería aumentar esa sindicalización para así disminuir la influencia de los supuestos “invencibles aparatos”.

La propuesta de nuevos sindicatos en la mayoría de las veces no se hace buscando el beneficio de los compañeros, sino que responde a los intereses de dirigentes margindos por incapacidad o falta de voluntad política. Inclusive el otrora acuerdo de las burocracias con la patronal no tiene una envergadura con la que se puede pretextar la imposibilidad de la participación interna en los sindicatos.


Durante el conflicto que nuestro Gobierno tuvo con el sector del agrarismo golpista, cuando se necesitaba divulgar y explicar las verdaderas causas del conflicto para hacer frente al discurso malintencionado de los medios, los sindicatos, que eran los que en mejores condiciones estaban para desarrollar esa tarea por la relación directa que tienen con la población, se limitaron a sacar algunas solicitadas y contratar a empresas privadas para pegar carteles y participar en las movilizaciones de apoyo al Gobierno, llevando cantidades de compañeros muy por debajo de sus reales posibilidades potenciales.

En cambio, llevar adelante una verdadera movilización, que implica discutir ideas y generar acuerdos en cada lugar de trabajo es impensado, porque eso significa renunciar al paternalismo que es fundamental en su conducta política.

ERNESTO CANCECO





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6 comentarios:

Luciano dijo...

El artículo es excelente, sobre todo al ilustrar la evolución de los modos de la organización sindical peronista.Comparto la negatividad que se ve en el fallo de la Corte, el fundamento liberal esgrimido que tiene poco que ver con la índole del sindicalismo argentino. En cuanto al aislamiento actual del sindicato, su divorcio de lo politico y de su pertenencia movimientista, su falta de compromiso y movilización por los grandes temas de politica, me parece que ponen el dedo en la llaga porque es un problema muy complejo, del cual el peronismo partidario también participa y que remite en definitiva a la imperiosa necesidad de que el peronismo vuelva a pensarse y actuar como el movimiento popular democratizador de masas que supo ser. Una tarea ardua pero necesaria.
Es un placer leer estos artículos.
Saludos muchachos.

walter besuzzo dijo...

Feliz navidad
Dios se hace hombre y después obrero de la construcción

Ester Lina dijo...

Hola, leí este interesante artículo... y aprovecho para saludarte.

Anónimo dijo...

Les recomiendo una investigacion sobre la UOM en la época de Vandor de Forni de la Universidad del Salvador, tiene unos años pero es bueno.

Emilio dijo...

Muy buen Blog, felicitaciones.

Anónimo dijo...

Impresionante,grs,cro.
No hay que olvidarse de las organizaciones sindicales, es un tema que pocos manejan.En la politica puede haber sarasa,en el sindicalismo,NO.